sábado, 19 de julio de 2014

La Frailocracia se tambalea, Filipinas en el S.XIX

La iglesia de Binondo, Manila
El Imperio Español basaba la legitimidad de sus conquistas en la misión de cristianizar, por tanto el poder espiritual iba a tener una importancia fundamental en la administración colonial, ello iba a pasar en Filipinas. En el S.XIX, el poder de las órdenes religiosas seguía siendo uno de los grandes soportes  de la dominación española en Filipinas, como venían hacíendo desde siglos. A finales del siglo XIX, se podía seguir viendo como frailes agustinos, dominicos y franciscanos ejercían muchas veces funciones de gobierno a nivel local. El cleroen la sociedad filipina colonial, era el responsable de la educación y la salud, controlaban los registros de los censos y de impuestos, seleccionaban policías y funcionarios además de mantener la moral pública e informar sobre los rebeldes a la autoridades, muchas veces, las confesiones era una herramienta útil para identificar a aquellas personas que estaban en contra del poder español. Los frailes eran considerados como instrumentos indispensables de la dominación española, surgía así la llamada "frailocracia".

En este S,XIX, la Iglesia filipina se iba a enfrentar a la secularización, la cual implicaba la sustitución de los frailes, que vinieron de España por sacerdotes filipinos ordenados por el obispo local. Este movimiento, fue resistido con éxito por parte de la jerarquía administativa, alegaban que los sacerdotes filipinos estaban muy poco cualificados para asumir tareas parroquiales.  Las dimensiones nacionales y raciales de este proceso de secularización hizo que surgieran demandas más amplias que significaban una reforma política.

La posición económica de las órdenes estaba fundamentada por la propiedad de sus extensas tierras como producto de donaciones a través de siglos. Las órdenes religiosas se habían convertido en el siglo XVIII en los terratenientes de las islas, con sus fincas concentradas en la región de Luzón.  Sus rentas de la tierra le proporcionó unos ingresos que permitió a muchos frailes vivir como príncipes.

Además la Iglesia tenía el completo monopolio de la educación en todos los niveles y por lo que se traducía en el control sobre la vida cultural e intelectual. En 1863 el gobierno español, liberal y que quería un estado laico, decretó que se estableciera un sistema de educación primaria pública gratuita en las islas, este decreto fue interpretado como una amenaza a su monopolio. Se pasó de haber en 1867, 593 escuelas de primaria con 138.990 estudiantes a haber en 1898,  2.150 escuelas con más de 200 000 estudiantes, de una población total 6 millones de personas. Al clero, se le concedió la responsabilidad de supervisar el sistema, tanto a nivel local como a nivel nacional. Los jesuitas tenían el control de las escuelas normales. A excepción de los jesuitas, las órdenes religiosas se opusieron firmemente a la enseñanza de lenguas extranjeras modernas. La educación era una educación arcaica con dos siglos de retraso, como ejemplo de ello en 1898 la Universidad de Santo Tomás enseñaba lo mismo que en 1611, año en que fue fundada.

Los frailes muchas veces cometían numerosas irregularidades, el voto sacerdotal de castidad  a menudo era ignorado. Además los filipinos veían a un clero que los controlaba y que los despreciaba, mirándolos como si se trataran de gente inferior, rozaban así el racismo si muchos no caían en ello, los filipinos eran vistos por el clero como salvajes que no podían dejados en libertad, necesitaban del control de gente civilizada.

Apolinario de la Cruz
Apolinario de la Cruz, un filipino autóctono, dirigió entre 1839-1841 una revuelta protagonizada por la Cofradía de San José , esta revuelta encarnaba las aspiraciones religiosas y las decepciones de los filipinos hacia el sistema de la frailocracia. Apolinario era un hombre piadoso que buscaba entrar en una orden religiosa, pero era rechazado a causa del racismo de los frailes españoles por lo que no le quedó más remedio que realizar tareas menores en una institución de caridad en Manila. Así pues comenzó a crear una cofradía para promover la devoción católica entre los filipinos. De 1839 a 1840, el hermano Apolinario comenzó a reclutar miembros, por lo que el movimiento se extendió rápidamente a medida que se establecieron las células al sur de la provincia de Talagog. La cofradía fue prohibida por las autoridades en 1840, sabían que Apolinario sospechaba de su autoridad y estaba tomando fuerza con su cofradía.

En 1841 el hermano Apolinario reunió a sus seguidores, contados como miles, se armaron con rifles y cuchillos, como líder espiritual, predicó que Dios iba a liberar al pueblo tagalo (etnia a la que pertendía Apolinario) de la esclavitud. Aunque las fuerzas rebeldes, ayudados por miembros de tribus vecinas, fue capaz de derrotar a un destacamento dirigido por el gobernador de la provincia a finales de octubre, la élite militar española de Filipinas tomaron el campamento  de la cofradía causando con ello una gran masacre el 1 de noviembre de 1841 en la cual la mayoría de los rebeldes fueron ejecutados.

La insurrección terminó con la captura del hermano Apolinario quién fue ejecutado el 5 de noviembre de 1841. Los supervivientes del movimiento se convirtieron en remontados yéndose a vivir a las laderas del Monte San Cristóbal y del Monte Banahao. Estas montañas se convirtieron en centros religiosos, lugares de peregrinaje para los campesinos de las tierras bajas, y en el lugar de nacimiento de las comunidades religiosas conocidas como colorums.

Los movimientos religiosos como los colorums expresaron su deseo de librarse de los españoles y volver a una sociedad precolonial. El nacionalismo en sentido moderno se desarrolló en un contexto urbano, en Manila y ciudades principales, en España y en otras partes de Europa, donde los estudiantes filipinos y exiliados fueron expuestos a corrientes intelectuales modernas. La religión, a pesar de su poder, no formó la base de la ideología nacional. Sin embargo, la tradición milenaria de la revuelta rural se fusionaría con el nacionalismo europeizado de los ilustrados para estimular una resistencia verdaderamente nacional, primero contra España en 1896 y luego contra los estadounidenses en 1899.

Después de la revolución española de septiembre 1868, en la que Isabel II fue depuesta, el nuevo gobierno
Carlos María de la Torre
nombró al general Carlos María de la Torre como gobernador de las Filipinas. Este hombre era un liberal convencido, de la Torre prometió a los filipinos reformas, fraternizó con los filipinos, los invitó al palacio del gobernador, y se fue con ellos en las procesiones oficiales, los filipinos vieron con buenos ojos al nuevo gobernador. Cabe destacar, entre los partidarios de De La Torre había profesionales y empresarios de la comunidad ilustrada junto a sacerdotes filipinos. Entre ellos se incluía al Padre José Burgos, un mestizo español, que había publicado su "Manifiesto a la Nación Noble española", en el cual criticaba los prejuicios raciales que prohibían a los filipinos acceder al sacerdocio y a la administración pública.

Según Austin Coates, los años 1869 y 1870 destaca que Filipinas parecía ya estar en el S.XIX y no en el XVII. De la Torre abolió la censura de los periódicos y legalizó las manifestaciones públicas, la libertad de expresión y de reunión, todos ellos, derechos garantizados en la Constitución Española de 1869. Los estudiantes de la Universidad de Santo Tomás formaron una asociación y en 1869 realizaron manifestaciones de protesta contra los abusos de los administradores y maestros de la universidad.
Este período liberal, fue breve, llegó a su final en 1871.  Los frailes y el sector conservador español en Manila lograron reemplazar a de la Torre por un hombre más conservador, Rafael de Izquierdo, quien volvió a imponer la rigidez del antiguo régimen, las leyes liberales fueron rescindidas, y los partidarios de de la Torre cayeron bajo sospecha política.

Mariano Gómez, José Burgos y Jacinto Zamora
El golpe más fuerte se produjo después de un motín en 1872, cuando cerca de 200 trabajadores portuarios filipinos junto a soldados en la provincia de Cavite se rebelaron y mataron a sus oficiales españoles, creyendo de forma errónea que un levantamiento general estaba en marcha entre los regimientos filipinos en Manila. La revocación del gobierno de viejos privilegios y la vuelta a un sistema arcaico que se venía dando desde el S.XVII, Inspiró la revuelta, la cual fue sofocada. Las autoridades, comenzaron a ver conspiraciones por todos lados, estaban rozando la paranoya, ejemplo de ello es que el gobernador creía que había una conspiración entre filipinos y partidos de España nacida para derrocar al gobierno español.

Ante todo esto, las autoridades recurrieron a la violencia y la represión. Un tribunal militar condenó a muerte a tres sacerdotes filipinos asociados con el reformismo liberal - José Burgos, Mariano Gómez, y Jacinto Zamora - y exilió a varios ilustrados a las islas Guam y las Marianas, las cuales eran como una especie de prisiones. Monseñor Martínez pidió que el gobernador conmutara las penas de muerte de los sacerdotes, siendo sus esfuerzos en vano, el 17 de febrero de 1872, fueron ejecutados públicamente con el garrote, un instrumento medieval de ejecución . El arzobispo ordenó que las campanas de la iglesia de Manila sonaran por la muerte de las víctimas, lo que no sabía el arzobispo, era que ese réquiem también iba a anunciar el fin del control español sobre las islas. Aunque al principio los españoles gozaron de la simpatía de la población autóctona, la intransigencia sobre la cuestión de la secularización del clero condujo a que los filipinos se plantearan si les interesaba tener a los españoles controlándolos.

BIBLIOGRAFÍA:
-AA.VV, Imperios y naciones en el Pacífico: Colonialismo e identidad nacional en Filipinas y Micronesia. Editorial CSIC - CSIC Press, 2001.
-ABINALES, Patricio.N. State and society in Philippines.Rowmann and Littlefield publishers. 2005
-C PAN, Peters. Christianities in Asia. John Wiley & Sons, 21/1/2011
-NADEAU, Kathleen. The History of Philippines. Greenwood press.

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