lunes, 30 de marzo de 2020

Era Taisho: el Imperio Japonés durante el reinado de Yoshihito (1912-1926)

Yoshihito (1879-1926)
Yoshihito, hijo del emperador Meiji, ya nació con problemas a causa de una meningitis que marcó su característica mala salud tanto mental como física. Su acceso al trono en 1912 hizo comenzar la "Era Taisho", una era de auge japonés que situaría al Imperio del Sol Naciente como una potencia mundial con unos ambientes internos tanto en lo social como en lo económico buenos, montándose así Japón en el desbocado caballo de los Felices años 20.

En la Primera Dieta, la inaugural de su reinado, usó los papeles de su discurso no para leerlos, sino para observar a través de un telescopio de papel a los allí presentes, algo que asombró e inquietó a las rectas élites japonesas del momento, quedando así el emperador en la esfera privada, teniendo muy pocas apariciones públicas. Con un cabeza de estado en esas malas condiciones mentales, ¿Cómo Japón durante su reinado llegó a ser una potencia reconocida mundialmente? Pues podemos decir que la "Era Taisho" era una era de trasición entre el reinado de su padre, el emperador Meiji y el oscuro reinado de su hijo, el famoso Hirohito.

Recordemos que Japón a alturas de 1912 vivía las buenas consecuencias económicas de la transformación modernizadora que emprendió Japón en 1868. Además Japón había roto el prejuicio de superioridad del hombre blanco frente al resto de hombres venciendo a un débil y mal equipado ejército ruso tras la Guerra Ruso-Japonesa de 1904.1905, frenando así la expansión rusa por Manchuria y quedándose Japón con Port Arthur. Además la victoria japonesa en la Guerra Chino-Japonesa metió en esfera japonesa al reino de Corea que se iría transformando más en una colonia "a la europea" que servía de despensa a las infértiles tierras japonesas, Japón necesitaba más colonias, quería equipararse a las potencias que en 1865 le hicieron temblar.
Caricatura titulada "El ejército del Norte se derrite ante el Sol Naciente" de  Kobayashi Kiyochika (1847–1915)


Y la oportunidad se le dio cuando en la lejana región occidental de los Balcanes, un desconocido príncipe austrohúngaro llamado Francisco Fernando fue asesinado, comenzando una cadena de declaraciones de guerra entre las potencias europeas, entre ellas Japón destacó la entrada de Alemania. Alemania, tras el desastre del 98 español, compró una serie de islas en el Pacífico que eran de interés en Japón, por lo que Japón se metió de lleno en la I Guerra Mundial (1914-1918) en el vencedor bando de la Triple Entente a favor de Francia, el Imperio Ruso y el Imperio Británico para poder arrebatar al Imperio Alemán esas tan codiciadas y a la vez insignificantes islas del Pacífico. Y así fue, venció su bando y con ello, Japón obtuvo las islas del Pacífico alemanas, pudiendo así crear una ruta comercial en el Pacífico, reforzada tras la Conferencia de Washington de 1922, donde a Japón se le dio vía libre de construir una marina de guerra, aunque de forma limitada ya que chocaba con los intereses de los Estados Unidos, de Francia y del Imperio Británico en Asia Oriental y el Pacífico.

El Imperio Japonés, de esta forma se incluye dentro de las potencias mundiales en un cordial clima que marcarán los Felices Años Veinte, ejemplo de ello es observar a Japón como uno de los miembros fundadores de la impotente Sociedad de Naciones creada en 1919 a propuesta de los 14 Puntos del presidente estadounidense Woodrow Wilson.

Chicas Moga paseando en Tokyo
Si en el exterior gozaba Japón de buen clima, en el interior, no estaba tan claro, durante la guerra, el país había vivido una prosperidad y expandido sus mercados pero al acabar la guerra, la maquinaria económica se resintió y comenzó una recesión en 1920 hasta 1922 que trastocó la sociedad japonesa, descontenta, ya que era la que sufría más los efectos reflejándose esta convulsión en la política, todo ello con un emperador que desde nacimiento parecía incapaz de estabilizar dicha situación tan compleja.

Pero tras este mal trasfondo se vivía al modo de los años 20, Tokyo parecía el Berlín de la República de Weimar, fiestas, cultura, bienestar, erotismo, libertad. Las calles de Japón se llenaban de las chicas Moga, modernas mujeres que se sentían liberadas y eran un quivalente a las flappers estadounidenses con minifaldas que alegraban con sus bailes los clubs de Jazz, la modernidad y el optimismo inundaban la sociedad japonesa.


Pero más que de despedida, parecía una fiesta de despedida, la despedida de esos años de optimismo y diversión que acabaron junto la vida del emperador en 1926, sucediéndole su hijo Hirohito, quién tras la Crisis del 29, dio el poder a los halcones militares del temido general Tojo, ya no estaba ese emperador que miraba con un telescopio de papel a los miembros de la Dieta, ahora Japón estaba serio preparándose para una nueva guerra, como estaba haciendo realmente aquel mundo feliz de los años 20. Los años 20 pasaban y con ellos el optimismo y las libertades, la comedia se acabó y dio lugar a la gran tragedia de la II Guerra Mundial.



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