Japón, con su condición geográfica de isla del Pacífico ayudada por un carácter sociocultural conservador promovió su aislamiento para así evitar los males que asolaban el continente asiático. Pese a ello, la fuerza del contexto se impuso a Japón, dividiendo su política interna en dos tendencias, temor a la influencia exterior y el peligro que suponía para su seguridad interna (se temía que Japón fuese una segunda China) y la tendencia reformista. Estas tendencias están enmarcadas dentro de la crisis del shogunato. En 1600, los señores feudales daimyo ganaron fuerza ante la institución imperial y asumieron la cúspide del poder bajo la figura del shogunato controlada por la familia de los Tokugawa, grandes promotores del aislacionismo. Pero este shogunato desde la época Tempo estaba en crisis. El hambre, las epidemias y la presión exterior hacía tambalear los pilares del shogunato. La imagen de esta institución estaba cambiando, ya no era vista como la fuerte dictadura militar eficaz, sino que parecía una institución incapaz de imponer su autoridad y de hacer frente a los nuevos cambios, sólo servía para desangrar al erario mediante medidas tardías e ineficaces.
Cuando el comodoro Perry en 1854 consiguió la apertura comercial de Japón mediante el Tratado de Kanagawa, las tendencias dentro del poder japonés se distanciaron. Surgieron los pragmáticos que estaban a favor de cierta apertura, los roju, mientras otros sólo veían la solución en una guerra contra el extranjero, idea que encabezaban daimyos como Nariaki de Mito. Todos estos debates se hicieron públicos por primera vez, quitándole así la exclusividad de la gozaba el bakufu en estos términos. Mientras surgía este debate en Japón, el Tratado se cumplía al abrirse Shimoda y Hakodate al comercio extranjero mientras se establecía un consulado americano y se nombraba a EE.UU como "Nación más favorecida". El shogunato, con recelo a la apertura comenzó a prepararse para una posible guerra, con ayuda de los holandeses, se construyó una flota además de amurallar los puertos o crear una Escuela Militar en Nagasaki. La situación parecía empeorar continuamente para la política del shogunato, el terremoto acaecido en Edo en 1855 junto con las presiones del cónsul americano Townsed Harris de establecer el libre comercio, aumentaban la oposición al ineficaz shogunato a la vez que aumentaba la influencia de la corte imperial de Kyoto. Las presiones extranjeras pudieron con el shogun de nuevo y se estableció un Tratado Comercial en el cual se intercambiarían funcionarios diplomáticos, se establecía el libre comercio en distintos puertos como Kanagawa o Niigata además de establecer residencia los extranjeros en ciudades como Edo, sede del shogunato.
En esta difícil situación fallecía el penúltimo shogun, Tokugawa Iesada en 1858, sucediéndole el
último shogun Tokugawa Iemochi. Bajo su mandato, se nombró a Annei Ii Naosuke como dirigente del bakufu. Este hombre Annei Ii era un aperturista que promovió la autoridad del shogun mediante arrestos y represión, los resultados de esta política era desastrosa para el shogunato, más que ganar adeptos, los perdía. Tal era el descontento contra la política de Annei Ii, que éste murió en 1860 asesinado por samurais subordinados de un daimyo víctima de sus políticas represivas. Este sangriento acontecimiento abrió un convulso período entre 1860-1863 de terrorismo xenófobo llevado a cabo por los shishi, "hombres decididos", los cuales atentaban contra el bakufu, los aperturistas roju y los extranjeros tal y como se ejemplifica con el asesinato de Townson Harris, todo ello bajo el lema joi sonno "expulsad a los bárbaros, venerad al emperador".
Tokugawa Yoshinobu |
también estuvieron influidas por los extranjeros: mientras los franceses querían una reforma del bakufu para poder establecer una administración a la francesa bajo la autoridad del shogun, sus rivales los ingleses apoyaban a los daimyo antiTokugawa de Satsuma y Chosu. La confusión y el estancamiento hicieron ver al shogun que su institución estaba acabada, pero para poder mantener cierta influencia en la política se redactó el Memorial Tosa, en el cual dimitía el shogun a su cargo, devolviendo su poder al emperador, quedando los Tokugawa como primer ministro y conservando sus tierras, es decir, según J. W. Hall, se establecía una restauración imperial en nombre del shogunato. Los rivales de los Tokugawa no pudieron contenerse ante ello, deseaban la total eliminación de la esfera política de los Tokugawa. Por tanto, los daimyos, encabezados por los de Satsuma y Chosu, se opusieron y surgió una segunda restauración imperial, volvierdo Matsuhito a los tiempos del emperador Jummu mientras que se confiscaban las tierras de los Tokugawa que se convertían en un daimyo más. Yoshinobu, el último shogun se retiró a Shizouca. Ya en 1902 los Tokugawa tuvieron el reconomiento que merecían al ser nombrados como koshaku, príncipe por su leal servicio a Japón.
En conclusión, el fin del aislacionismo, supuso la crisis del poder del shogunato, esta apertura y la sensación de una futura guerra contra el extranjero junto a la influencia de la modernidad occidental, rompieron el monopolio militar, base de poder del shogunato. Además la contrariedad de querer establecer los Tokugawa una coalición de daimyos bajo su mando, fue el principio de su fin político, estableciéndose una crisis que supo aprovechar la corte imperial de Kyoto, la cual daría lugar a la gran transformación japonesa, la Era Meiji, la cual acabaría con el estancamiento japonés e impulsaría al país al top ten del ranking mundial.
BIBLIOGRAFÍA:
-CHESNEAUX, Jean. Asia Oriental en los siglos XIX-XX. Nueva Clio. Labor. 1976
-HANE, Missiko. Breve Historia de Japón. Alianza editorial. 2013
-WHITNEY, John. El Imperio japonés. Siglo XXI. 2010
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