Un antropólogo, un historiador o cualquier amante de la cultura japonesa,sea del sexo y género que sea, no puede dejar su estante vacío sin la controvertida y, a la vez magistral, de ahí que sea controvertida, obra, "El crisantemo y la Espada", libro escrito por la antropóloga Ruth Benedict en 1943. Simbólica esta fecha pues nos da ya pistas de muchas circunstancias que forzaron y facilitaron el nacimiento de este genial libro. Fue un libro construido por y durante la II Guerra Mundial (1939-1945). Estados Unidos, el gran coloso americano, veía como en la frontera del Este, el Imperio del Sol Poniente, Japón crecía a costa del continente asiático desde su lanzadera, encarnada en un pequeño archipiélago, esa gran hazaña japonesa, alertó al estado de seguridad de los Estados Unidos, potencia que veía peligrar sus intereses geopolíticos en el Pacífico, con su rivera asiática controlada, Japón se estaba erigiendo como dueño y soberano del Pacífico, algo que incomodaba profundamente la seguridad de Estados Unidos, país acostumbrado desde su nacimiento a un avance continuo y que veía peligrar su futuro estratégico.
Ante esto Estados Unidos, siguiendo la observación de grandes estadistas de antaño como Julio César, Alejandro Magno o Napoleón, se paró a analizar el por qué Japón, su espíritu, es decir su cultura, objetivos colectivos, había llegado donde estaba llegando, ningún antropólogo lograba dar con la solución a tan tremendo enigma, hasta que una mujer, Ruth Benedict sin visitar Japón, investigó literatura japonesa, prensa, etc y elaboró tal libro que aún hoy día es básico para entender unas nociones generales sobre la tan lejana cultura japonesa. Tal útil es dicho libro que hasta China, rival histórica de Japón, tradujo a su idioma tan valiosa información para conocer al enemigo.
Retomemos la Historia de dicho libro, ya escrito el libro influenció en la Historia contemporánea viendo sus consecuencias hasta hoy día, hace poco los noticieros mostraban que la figura institucional del emperador japonés en el proceso de sucesión de Akihito a Naruhito, seguía vivo. ¿Cómo los Aliados tras vencer a Japón en la II Guerra Mundial, permitieron la supervivencia de una institución que llevó a Japón a cometer atrocidades como la aparición de kamikazes, siendo en esa época el emperador la máxima autoridad del Estado Japonés, encarnado en Hirohito?, muy sencillo, Estados Unidos planteó un teatro en el que el emperador renunciaba a su poder divino en público y Estados Unidos le permitía sobrevivir como institución. Si somos más retorcidos podemos rebuscar y ver cómo la escritora llegó a contactar con el presidente estadounidense Franklyn D. Roosevelt, para aconsejarle que la pervivencia del emperador sería útil para la calma del pueblo japonés, el emperador representaba un respeto vivo a la jerarquía, el orden y la armonía, sin ese símbolo, y como un animal al peligro de muerte, Japón mordería para defenderse de lo que consideraría sus postreros momentos. Imagínese, con sólo un libro, toda la Historia que hay detrás.